MotorKrashCorría el año 1954. Al mismo tiempo que Elvis Prestley grababa su primer disco en Memphis venía al mundo un bebé al que después conoceríamos como John Travolta y las factorías de la Ford fabricaban uno de los modelos de automóvil más exitosos del momento, el Victoria. Sesenta años y cientos de miles de kilómetros después, David Ricas y Juan Luis Barredo, dos artistas del repintado de vehículos, acaban de devolver a la vida, con MaxMeyer, la carrocería de uno de aquellos míticos automóviles en Motorkrash, el taller de Toledo desde el que se han erigido en un auténtica referencia de la restauración de vehículos.

Con la frescura de la marca MaxMeyer y el sello de calidad de su saber hacer, David y Juan Luis, han procurado una segunda juventud a un Ford Victoria que adquirieron en Alemania. El vehículo, fabricado entre los años 1952 y 1954, es muy representativo de la época. Sobrio, funcional y sólido, característica está última que ha facilitado, sin duda, su reconstrucción.

El proceso de repintado de un vehículo de este tipo no es nada sencillo. Para empezar porque habitualmente la carrocería no suele encontrarse en buenas condiciones. Nos lo explica David, pintor y gerente de Motorkrash: “Lo primero que hay que hacer ante un vehículo como este es evaluar el estado general del automóvil y de su carrocería. Tienes que saber exactamente a qué te enfrentas. El siguiente paso es desmontar aquellas piezas que no están en buen estado para poder empezar a reparar y desoxidar. En carrocerías tan antiguas como la de este Ford Victoria, con 60 años, el paso del tiempo ha dejado su huella. Los enemigos a los que tienes que hacer frente son la corrosión, el óxido y la podredumbre”.

Una vez identificados los daños que presenta la carrocería, hay que trabajar sobre ellos: “Una vez que el acero está limpio se comienza a intervenir con imprimaciones para aislar ese óxido y poder trabajar sobre la base y que no se oxide durante el proceso de trabajo. En cuanto se tienen las piezas limpias de óxido se las recubre con unas imprimaciones, aparejos de alto espesor. Y en el caso de los bajos se utiliza antigravilla”.

MotorKrash1No sólo la preparación de la carrocería de un vehículo tan entrado en años es diferente a la que se sigue en el repintado de un vehículo moderno, el propio proceso de pintado también es muy particular. En palabras del gerente de Motorkrash: “El pintado de un coche clásico es diferente al de un coche actual que generalmente va con dos capas de color y dos capas de laca. Para vehículos como este Ford Victoria es necesario utilizar una pintura excepcional y hacerlo siguiendo una serie de pautas. El proceso que hemos seguido con el Victoria ha sido pintarlo con manos generosas de rojo, lijarlo, volver otra vez a darle una mano con color y luego varias capas de barniz. Una vez finalizados estos pasos, se lija para después lacar; así hasta dos y tres veces para conseguir un espesor cristalino. Es un proceso más elaborado que el seguido en un coche moderno. En realidad, el trabajo y las horas que se invierten en los clásicos equivalen a pintar dos o tres coches actuales”.

A modo de curiosidad, David nos comenta que el repintado de un clásico se parece bastante a lo que se hace con los pianos: “Primero se pintan de negro y luego se les dan varias capas de barniz hasta que se consigue una concha considerable, que se lija hasta dejarla completamente lisa y otra vez se vuelve a barnizar, de ahí ese aspecto cristalino que presentan”.

Pero no sólo el proceso de pintado es especial, también lo es el de preparación del color. La maestría del pintor no radica sólo en la elección del color sino también en la capacidad de utilizar sabia y hábilmente técnicas de composición o de formulación del color de cero. Nos los explica, de nuevo, David: “En esta casa, tenemos la costumbre de elaborar nosotros mismos los colores, Cogemos los colores básicos y vamos igualando con las partes que todavía perdura el color original. Sobre ellas se pule para que tener una referencia y de ahí sacamos el tono correspondiente. Este es el proceso en el caso de que sea un color histórico como el del Ford Victoria que hemos recuperado. No existen ya referencias para las pinturas de esa carrocería, por eso te ves obligado a pulir partes que están cubiertas y que no hayan estado expuestas al sol y es con esas piezas con las que se iguala el color, para conseguir el mismo tono que el original. Hacerte con una carta de color de los años cincuenta es muy difícil, quizá puedas encontrarte alguna, pero no te la va a componer nadie con los aparatos y los espectros de ahora mismo. Por eso, es necesario hacerlo a la antigua usanza; coger los tintes básicos que se requieren, que suelen ser cinco o seis de media, y tocas el color hasta dar con el tono exacto, lo que se consigue a base de ir haciendo pruebas”.